jueves, 10 de enero de 2013

Un cuento para Angélica



Un cuento para Angélica.
Amargura era una palabra que no estaba escrita en el corazón de aquel muchacho pálido y de cabello oscuro. Aunque su vida siempre hubiera  estado llena de tristezas y de aflicciones por el hecho de  haber escapado de casa muy joven, nunca había dejado de soñar y mirar las estrellas. En ese detalle coincidían todas aquellas personas que lo llegaron a conocer, y a las cuales él les había cambiado la vida así hubiera sido en detalles muy pequeños.

La historia de ese ángel que había perdido sus alas en una tormenta empieza en una ciudad un poco olvidada donde el tiempo y las esperanzas de todos parecían haber entrado en un sueño profundo, a tal punto que ya nadie le importaba si fuese un lunes o un martes. Hoy ya es miércoles y los sueños de aquel sitio permanecen congelados en el tiempo siendo manipulados por la cruel e injusta realidad a la que estaban acostumbrados en su mundo lleno de hilos de mentiras que fue creciendo lentamente hasta consumirlos.

Y fue en ese momento cuando nuestro ángel decide  usar sus alas para salir volando de esa ciudad llena de nostalgia de la vida y escapar a un bosque lleno de dulces aromas que nunca había sentido y que no podría comparar siquiera con el más dulce perfume de aquella ciudad gris. Al anochecer empezó a quedarse dormido luego de descansar un rato cerca de un lago donde por primera vez en mucho tiempo observo las estrellas mientras el sonido de una suave brisa  pasaba acariciando las hojas frescas que lo arrullaron con una dulce melodía llena de esperanza. Volveré a liberarlos de su silencio pensó mientras su mirada se desvanecía ante la tranquilidad de aquella melodía.
Llego al día siguiente en una tarde de verano para cambiar nuestras vidas luego de escuchar un susurro que le decía que él podría hacerlo y donde encontrarnos. Cuando lo conocimos él se volvió lluvia y aprendimos a sonreír con sus historias. Fue pasando el tiempo y nuestros sueños e ilusiones que creíamos olvidadas en el tiempo fueron volviendo a pertenecer a nuestros corazones.  Cada día estábamos más felices y él lo sabía, fue entonces cuando un toque de nostalgia paso por su mente y deseo volver a su tierra. Me expreso su deseo con una sonrisa y una pequeña lagrima llena de todo lo que había vivido al lado nuestro últimamente y lo feliz que había sido con nosotros, lo último que le dije fue gracias por todo y lo vi salir de la casa y entrar a su cabaña mientras se preparaba para  viajar con sus pocas pertenencias y su guitarra.

Cuando él estuvo listo para marcharse salimos todos los que tuvimos el privilegio y el honor de haber conocido a ese ángel de sonrisa alegre y cada uno le dijo una palabra. Ni más ni menos para no hacer la despedida más difícil de lo que ya era. Yo no me despedí de él, hubiera sido muy difícil solamente le deje una carta diciéndole que siempre sería bienvenido en este lugar. Se la entregue y el me dio una que había escrito para mí, me la entrego luego de prometer que no la iba a leer hasta 1 mes después de su partida. Me abrazo, sonrió y desapareció en el mismo bosque en el cual tiempo atrás había aparecido.

Casualmente hoy es el primer día de invierno luego de 1 mes de su partida, me preparo para cumplir la promesa de esperar 1 mes para recibir noticias suyas y durante este tiempo llegue a comprender cuanto lo quería después de que se marchó. Y aunque nunca supe su nombre, ni él, el mío siempre lo recordaré por lo que fue en el tiempo que nos conocimos un ángel que había perdido sus alas en una tormenta… Y ahora ya estoy lista para leer su última carta y espero poder encontrar su nombre allí.

 “1 día de invierno.
Y si llegara a desaparecer en una tarde fría de invierno en que pude haber cambiado tu vida. Te habré  hecho feliz tal como tú lo hiciste conmigo durante el tiempo que estuvimos juntos? … si alguna vez llegaras a extrañarme y a necesitar de mí  puedes llamarme tal como lo hiciste esa noche. Finalmente me pude dar cuenta que siempre habías sido tú, fuiste tú la que me llamo aquella noche  y cambiaste mi vida

Att: tu ángel.”
Y al final nuestro ángel cumplió la promesa que hizo mientras aquella melodía inspirada en mis lágrimas lo arrullaba en esa noche llena de nuestros sueños olvidados en forma de estrellas dijo Angélica sonriendo mientras su voz se apagaba con esta última frase... lástima que él no pudo reconocer su propia ciudad antes de salir a buscar su pasado. Espero volverlo a ver.
Alejandro Nieto
Diciembre 2011

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