Un
cuento para Angélica.
Amargura
era una palabra que no estaba escrita en el corazón de aquel muchacho pálido y
de cabello oscuro. Aunque su vida siempre hubiera estado llena de
tristezas y de aflicciones por el hecho de haber escapado de casa muy joven,
nunca había dejado de soñar y mirar las estrellas. En ese detalle coincidían
todas aquellas personas que lo llegaron a conocer, y a las cuales él les había
cambiado la vida así hubiera sido en detalles muy pequeños.
La
historia de ese ángel que había perdido sus alas en una tormenta empieza en una
ciudad un poco olvidada donde el tiempo y las esperanzas de todos parecían
haber entrado en un sueño profundo, a tal punto que ya nadie le importaba si
fuese un lunes o un martes. Hoy ya es miércoles y los sueños de aquel sitio
permanecen congelados en el tiempo siendo manipulados por la cruel e injusta
realidad a la que estaban acostumbrados en su mundo lleno de hilos de mentiras
que fue creciendo lentamente hasta consumirlos.
Y fue en
ese momento cuando nuestro ángel decide usar sus alas para salir volando
de esa ciudad llena de nostalgia de la vida y escapar a un bosque lleno de
dulces aromas que nunca había sentido y que no podría comparar siquiera con el
más dulce perfume de aquella ciudad gris. Al anochecer empezó a quedarse
dormido luego de descansar un rato cerca de un lago donde por primera vez en
mucho tiempo observo las estrellas mientras el sonido de una suave brisa
pasaba acariciando las hojas frescas que lo arrullaron con una dulce melodía llena
de esperanza. Volveré a liberarlos de su silencio pensó mientras su mirada se
desvanecía ante la tranquilidad de aquella melodía.
Llego al
día siguiente en una tarde de verano para cambiar nuestras vidas luego de
escuchar un susurro que le decía que él podría hacerlo y donde encontrarnos.
Cuando lo conocimos él se volvió lluvia y aprendimos a sonreír con sus
historias. Fue pasando el tiempo y nuestros sueños e ilusiones que creíamos
olvidadas en el tiempo fueron volviendo a pertenecer a nuestros corazones.
Cada día estábamos más felices y él lo sabía, fue entonces cuando un
toque de nostalgia paso por su mente y deseo volver a su tierra. Me expreso su
deseo con una sonrisa y una pequeña lagrima llena de todo lo que había vivido
al lado nuestro últimamente y lo feliz que había sido con nosotros, lo último
que le dije fue gracias por todo y lo vi salir de la casa y entrar a su cabaña
mientras se preparaba para viajar con sus pocas pertenencias y su
guitarra.
Cuando él
estuvo listo para marcharse salimos todos los que tuvimos el privilegio y el
honor de haber conocido a ese ángel de sonrisa alegre y cada uno le dijo una
palabra. Ni más ni menos para no hacer la despedida más difícil de lo que ya
era. Yo no me despedí de él, hubiera sido muy difícil solamente le deje una
carta diciéndole que siempre sería bienvenido en este lugar. Se la entregue y
el me dio una que había escrito para mí, me la entrego luego de prometer que no
la iba a leer hasta 1 mes después de su partida. Me abrazo, sonrió y
desapareció en el mismo bosque en el cual tiempo atrás había aparecido.
Casualmente
hoy es el primer día de invierno luego de 1 mes de su partida, me preparo para
cumplir la promesa de esperar 1 mes para recibir noticias suyas y durante este
tiempo llegue a comprender cuanto lo quería después de que se marchó. Y aunque
nunca supe su nombre, ni él, el mío siempre lo recordaré por lo que fue en el
tiempo que nos conocimos un ángel que había perdido sus alas en una tormenta… Y
ahora ya estoy lista para leer su última carta y espero poder encontrar su
nombre allí.
“1
día de invierno.
Y si
llegara a desaparecer en una tarde fría de invierno en que pude haber cambiado
tu vida. Te habré hecho feliz tal como tú lo hiciste conmigo durante el
tiempo que estuvimos juntos? … si alguna vez llegaras a extrañarme y a
necesitar de mí puedes llamarme tal como lo hiciste esa noche. Finalmente
me pude dar cuenta que siempre habías sido tú, fuiste tú la que me llamo
aquella noche y cambiaste mi vida
Att: tu
ángel.”
Y al
final nuestro ángel cumplió la promesa que hizo mientras aquella melodía
inspirada en mis lágrimas lo arrullaba en esa noche llena de nuestros sueños
olvidados en forma de estrellas dijo Angélica sonriendo mientras su voz se
apagaba con esta última frase... lástima que él no pudo reconocer su propia
ciudad antes de salir a buscar su pasado. Espero volverlo a ver.
Alejandro
Nieto
Diciembre 2011
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