martes, 12 de marzo de 2013

La triste historia de una marioneta



Desequilibrio, te acercas al espejo y ves que tu piel parece de trapo, estas tenso… Muy tenso, le sonríes al espejo, pero él no te devuelve la sonrisa, te mira con desprecio, te susurra “no me pidas más” y luego vuelve a seguirte, te sorprendes por lo que acaba de suceder… No lo podes creer, y deseas repetir la experiencia.

Te acercas al espejo de nuevo y ves que tu cara luce rígida, está cianótica, está fría, sientes un ligero malestar, quieres destruir algo, quieres acabar con alguien… ¡No me pidas más¡ - vuelve a pronunciarse tu "yo" congelado en el espejo.

El espejo se mueve lentamente desde su universo y saca un pequeño papel de “su” bolsillo… y pronuncia las palabras escritas en ese papel “Y siempre he sido mejor en mi papel de marioneta que de persona”… termina de leer eso y miras  sus ojos, se ven oscuros, están vacíos… ha perdido todo rasgo de humanidad, ya solo es una marioneta movida por tus deseos ocultos.

¡No me pidas más!- dice la marioneta, esta vez ya no se escucha como tu vos, se escucha como una agonía, debes liberarlo del espejo, tienes que darle una brisa de esperanza. Tienes cerca un libro que has escrito con bastante esfuerzo, pero lo has forzado en parte… has escrito mentiras, estás atado a el.
Abres el libro, escribes en su primera página “¡no me pidas más!”, la marioneta sonríe, sientes un ligero escalofrío… te gusto esa sensación de irá contra ti mismo al escribir esa frase. Desgarras unas páginas del libro y ves como el espejo se agrieta un poco, la marioneta ya no se puede contener, está riéndose a carcajadas, sus ojos son vacío… Quiere llevarse lo que les queda de vida a ambos, trata de entrar en tu mente, si es que ya no está en ella… Sus manos de madera empiezan a salir a través del espejo agrietado, el ruido que produce el espejo a medida que se rompe es horrendo, deseas pararlo.
Tienes en libro en las manos, abres otra página y tachas tu nombre, es un fin simbólico... Escribes “no quiero nada más de mí, o de tí”… Tiras el libro contra el espejo, el espejo se rompe y caen muchos pedazos al piso, aún queda el marco en el sitio donde estaba, pero ya no ves el vacío que estaba adentro del espejo, ahora el vació está en cada sitio que ves en el piso.

Se ha callado para siempre la voz que dice “no me pidas más”… y para concluir repites esa frase “no me pidas más” y ahora entra el silencio en el cuarto. 

Silencio… Siento como él aún me observa desde cada pedazo del que alguna vez fue el cristal que me vio ser yo, o más bien ser él. Me acerco a uno de los pedazos del cristal y lo observo: él tiene una expresión de nostalgia y desolación, sabe que finalmente se ha desvanecido como un simple suspiro, aunque para terminar con este ritual pagano, debo destruir el último sitio donde habita la última gota de su esencia: yo.

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