Desequilibrio, te acercas al espejo y ves que tu piel parece
de trapo, estas tenso… Muy tenso, le sonríes al espejo, pero él no te devuelve
la sonrisa, te mira con desprecio, te susurra “no me pidas más” y luego vuelve
a seguirte, te sorprendes por lo que acaba de suceder… No lo podes creer, y
deseas repetir la experiencia.
Te acercas al espejo de nuevo y ves que tu cara luce rígida,
está cianótica, está fría, sientes un ligero malestar, quieres destruir algo,
quieres acabar con alguien… ¡No me pidas más¡ - vuelve a pronunciarse tu "yo"
congelado en el espejo.
El espejo se mueve lentamente desde su universo y saca un
pequeño papel de “su” bolsillo… y pronuncia las palabras escritas en ese papel “Y
siempre he sido mejor en mi papel de marioneta que de persona”… termina de leer
eso y miras sus ojos, se ven oscuros,
están vacíos… ha perdido todo rasgo de humanidad, ya solo es una marioneta
movida por tus deseos ocultos.
¡No me pidas más!- dice la marioneta, esta vez ya no se
escucha como tu vos, se escucha como una agonía, debes liberarlo del espejo,
tienes que darle una brisa de esperanza. Tienes cerca un libro que has escrito
con bastante esfuerzo, pero lo has forzado en parte… has escrito mentiras,
estás atado a el.
Abres el libro, escribes en su primera página “¡no me pidas
más!”, la marioneta sonríe, sientes un ligero escalofrío… te gusto esa
sensación de irá contra ti mismo al escribir esa frase. Desgarras unas páginas
del libro y ves como el espejo se agrieta un poco, la marioneta ya no se puede
contener, está riéndose a carcajadas, sus ojos son vacío… Quiere llevarse lo
que les queda de vida a ambos, trata de entrar en tu mente, si es que ya no
está en ella… Sus manos de madera empiezan a salir a través del espejo
agrietado, el ruido que produce el espejo a medida que se rompe es horrendo,
deseas pararlo.
Tienes en libro en las manos, abres otra página y tachas tu
nombre, es un fin simbólico... Escribes “no quiero nada más de mí, o de tí”… Tiras el libro contra el espejo, el espejo se rompe y caen muchos pedazos al
piso, aún queda el marco en el sitio donde estaba, pero ya no ves el vacío que
estaba adentro del espejo, ahora el vació está en cada sitio que ves en el piso.
Se ha callado para siempre la voz que dice “no me pidas más”…
y para concluir repites esa frase “no me pidas más” y ahora entra el silencio
en el cuarto.
Silencio… Siento como él aún me observa desde cada pedazo
del que alguna vez fue el cristal que me vio ser yo, o más bien ser él. Me
acerco a uno de los pedazos del cristal y lo observo: él tiene una expresión de
nostalgia y desolación, sabe que finalmente se ha desvanecido como un simple
suspiro, aunque para terminar con este ritual pagano, debo destruir el último
sitio donde habita la última gota de su esencia: yo.
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