Los contratiempos de Eclesio
El telón se abre en el teatro renacentista y los
actores salen al escenario, Eclesio aparece en la primera escena, mira al
público, sonríe, se toca la barba, se arregla la corona de flores y su
vestuario griego clásico, levanta el báculo con su mano izquierda, mientras con
la derecha levanta una copa de vino y propone un brindis en honor de la
mortalidad de los humanos.
—Pobres mortales, ustedes siempre corriendo ante las
intermitencias del tiempo; mientras yo, imperecedero, inmortal, condenado a ver
la tierra hasta el ocaso de los tiempos, hasta la desaparición de los de su
especie, hasta el olvido de los antiguos dioses de antaño—.
Su participación en la obra
concluye. Eclesio hermano de Baco ha terminado su trabajo mal remunerado
durante este siglo, cambia su vestuario clásico, se quita la corona de flores y
se disfraza de un cotidiano mortal, se pone chaqueta, zapatos, como un hombre
más, se ajusta el reloj y se dispone a salir a la calle.
Va camino a su humilde morada, ya
los dioses y héroes de antaño han sido desterrados del olimpo al mundo de los
mortales, al estos haber olvidado las plegarias, y sacrificios de antaño. Eclesio recuerda
aquellos tiempos en que era conmemorado, gira a la izquierda en una cuadra
oscura para acortar camino hasta su casa, y se escucha un grito de agonía,
seguido de muchas voces.
— ¡Ayúdenlo por favor! — Grita
una mujer angustiada, ese hombre acaba de ser apuñalado, lo iban a intentar robar y opuso resistencia.
Eclesio se encuentra en este
momento tendido en el piso, sangrado en el abdomen, cada vez más frio y más
distante de sí mismo, ¿Acaso será esto la muerte se pregunta? Mientras observa
como su sangre hace un charco enorme en el suelo, siente sed, mucha sed y como
el corazón se le acelera, escucha cada vez más y más fuerte como late, y ve
como la mujer que grito llega a intentar auxiliarlo.
Cierra los ojos un momento,
parpadea y puede ver la entrada del olimpo, abre los ojos nuevamente después
del llamado de la mujer, los cierra otra vez y el olimpo se ve destruido, sin
su luz característica, con las puertas cerradas, se escuchan aullidos de lobos
y muchos aleteos de palomas cerca del callejón oscuro.
Abre nuevamente los ojos y su
visión ya está muy opaca, cree que morirá y compartirá el destino de los
mortales, siendo el así un inmortal, imperecedero.
Así concluye la actuación de
Eclesio, el hombre, el dios, la leyenda y la obra, asesinado por un puñal con punta de madera.
El pueblo llora la muerte del
actor, realizan oraciones por su alma, dejan flores en su tumba, no realizan la
ceremonia griega tradicional para el paso al inframundo, ni dejan monedas sobre
sus ojos, no es cremado en una pila de madera, el pueblo considera que nadie
merece dichos caprichos, el mundo olvida el asunto.
El telón se abre en el teatro renacentista y los
actores salen al escenario, Eclesio aparece en la primera escena, mira al
público, sonríe, se toca la barba, se arregla la corona de flores y su
vestuario griego clásico, levanta el báculo con su mano derecha, mientras con
la izquierda levanta una copa de vino y propone un brindis en honor de la
mortalidad de los humanos y reza una plegaria en un idioma de antaño.
La obra debe continuar.
Manuel Alejandro Nieto 31/01/2017